La Gaceta

En 1983 se usó un sistema de boletas diferenciadas

Una clave del triunfo radical en Capital

Si bien Tucumán no ha implementado la boleta única como mecanismo de emisión del sufragio, hubo una oportunidad en la que no sufragó con la lista sábana. Cuanto menos, no como se la conoce. Fue en los comicios que marcaron el retorno de la democracia. Las elecciones del 30 de octubre de 1983.

Tras casi ocho años de dictadura (el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se instauró con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976), los tucumanos volvían a las urnas para sufragar por la totalidad de los cargos electivos en todos los niveles: nacional, provincial y municipal. Por entonces, no se votaban comisionados rurales y quienes estaban a cargo de las comunas eran designados por el gobernador: por eso se llamaba “delegados comunales”. Será así hasta la entrada en vigencia de la Constitución provincial de 1990, cuando serán votados por los vecinos y se llamarán “comisionados rurales”.

En la elección del 83, además, el voto de los cargos ejecutivos era indirecto. El Presidente era ungido por un colegio electoral (será así hasta la reforma constitucional de 1994). Lo mismo ocurría con el gobernador de Tucumán (hasta la enmienda de 1990). En el caso del intendente de San Miguel de Tucumán, era el Concejo Deliberante quien lo designaba. Consecuentemente, en el cuarto oscuro había tres categorías de boletas. Por un lado, las de diputados nacionales y electores a Presidente. Por el otro, la de parlamentarios provinciales y electores a gobernador. Y en tercer término, la de concejales de la capital.

“Cada categoría de voto, además, tenía un color distintivo. Así que el elector no necesitaba cortar el voto: ya venía dividido. Aquella vez también se votó en urnas separadas”, recuerda Rubén Edgardo Chebaia en diálogo con LA GACETA. Justamente, en esos comicios el peronismo ganó, en la provincia, para las presidenciales y para la gobernación, pero Chebaia se impuso para la intendencia, que condujo hasta 1987. Para el radical, el mecanismo de votos separados y claramente identificados fue determinante para la pluralidad del resultado. “Y no sólo en la capital: en esos mismos comicios, en Simoca resultó electo intendente Félix Mothe, también radical”, rememoró.

Precisamente, en el interior los intendentes ya eran electos por voto directo. “Sólo había elección indirecta para San Miguel de Tucumán, según lo establece la Ley 5.529 (Orgánica de Municipalidades). Gracias a esa norma, en 2003 el Concejo pudo consagrar a Domingo Amaya como intendente (a Antonio Domingo Bussi, jefe municipal electo, se le había dictado prisión preventiva). Esa ley se da de patadas con la Constitución -advirtió-. Pero esa es otra historia”.

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2021-05-16T07:00:00.0000000Z

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