La Gaceta

Casi vintage

Por Juan Forn

Podés ser all-style o ser contemporáneo. Yo soy all-style, por eso creo que el arte es siempre respuesta a la realidad y al arte anterior. Las grandes revoluciones estéticas son, generalmente, producidas por gente joven que, de cierta manera, entiende lo suficiente el espíritu de la época y responden a la realidad porque entienden el arte contra el que responden, al que quieren cambiar. Y me parece que, ahora, el enemigo es más difuso, y los medios a disposición son muy variados.

Mi pareja es veinte años menor que yo, y a veces tenemos discusiones estéticas porque ella, con muchísima naturalidad, me dice que el concepto de gran arte que rigió en el siglo XX, esta cosa del artista ambicioso de querer hacer la gran novela argentina, la gran novela norteamericana, el nuevo surrealismo, la nueva nouvelle vague y bla, bla, bla, es una ambición que tiene una relación con la vanguardia como concepto de ruptura. Hoy por hoy, la idea

de vanguardia es casi vintage. Gracias a mi pareja y a mi hija trato de entender las nuevas lógicas, pero irremediablemente, en mi interior, yo respondo a una vieja ética o estética del oficio, del artesano, del orfebre, y eso es viejo: hoy hay otra manera de pensar.

A mí me gusta mucho el momento en que una vanguardia desafía el orden imperante y trata de imponer una nueva lógica. El momento más importante del Siglo XX es el dadá, que da como resultado el surrealismo. Recuerdo, cuando éramos jóvenes, algunos de mi camada todavía querían hacer experimentos formales: la novela toda en minúscula, sin puntos ni comas, el libro que no contaba nada. Pero también se podía experimentar con el futbol o con el rock.

“Me gusta mucho el momento en que una vanguardia desafía el orden imperante”.

LITERARIA

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2021-05-16T07:00:00.0000000Z

2021-05-16T07:00:00.0000000Z

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Diario La Gaceta