La cultura coreana es una industria de alcance global

Con la proyección gratuita de la película “A taxi driver” comienza la Semana de Intercambio Cultural Corea-Argentina. El respaldo estatal al desarrollo

El fenómeno de la expansión de la cultura y costumbres coreanas en todo el mundo tiene nombre propio: hallyu significa “ola coreana” y es una denominación apropiada para descubrir un movimiento que comenzó lentamente hace 30 años y ya tomó forma de tsunami con algunos de sus productos.

Pensar que ese desarrollo en sus distintas manifestaciones (sea la música o lo audiovisual, por mencionar sólo dos que proliferan a nivel global) es producto del impulso estrictamente privado es desconocer la importancia estratégica del campo artístico en la generación de recursos y en el PBI de un país. Todo proyecto cultural de Corea del Sur que se presume exitoso tiene por detrás el respaldo de su gobierno, entendido como política de Estado que pasa de gestión en gestión desde la última década del siglo pasado (en los 90, se descubrió que las telenovelas coreanas eran las preferidas en China, y comenzó su despegue, más volcado en el romance que en la violencia de “El juego del calamar”). Y así es como han conquistado mercados con distintos artistas, incluso efímeros, pero que cada uno abrió una puerta al siguiente.

Para que no queden dudas, está la palabra del entonces ministro de Cultura, Deporte y Turismo de Corea del Sur, Park Yang-woo, en enero de 2020, durante una conferencia de prensa en su visita a España: “estamos hablando de un mercado que mueve unos U$S 110.000 millones al año, con una gran influencia indirecta en otros sectores industriales como la cosmética, la alimentación o los electrodomésticos. Además, también mejora la imagen del país y la diplomacia. Estamos invirtiendo agresivamente en la industria cultural, ayudando en todo el proceso: desde la planificación y la producción hasta la distribución y la promoción. Para nosotros es industria nacional estratégica”.

Cambió el ministro, pero no la política de soft power surcoreano. Y Tucumán lo comprobará desde

BASADA EN HECHOS REALES. “A taxi driver” se sitúa históricamente durante el levantamiento popular de 1980.

hoy con numerosas actividades programadas en la Semana de Intercambio Cultural Corea-Argentina, de la que participarán el Centro Cultural Coreano (de la Embajada de la República de Corea), el Ente Cultural de Tucumán, la Secretaría de Relaciones Internacionales de la Provincia y la Universidad San Pablo T. En los hechos, serán mucho más de siete días: las actividades se extenderán hasta el domingo 12 de junio, todas con entrada libre y gratuita.

La apertura será con uno de los sectores artísticos de mayor lucimiento, presencia y premiación en los últimos tiempos a nivel internacional. Entre esta tarde y el domingo se proyectarán películas de reciente estreno en el Espacio Incaa de la sala Orestes Caviglia (San Martín 251). El ciclo comenzará a las 18 con el filme “A taxi driver”, cuyo guión está basado en la historia real de un taxista de Seúl durante un evento crucial en la lucha del país asiático por la democracia:

el levantamiento de Gwangju en 1980.

Estrenada en 2017, la trama gira alrededor de Kim Sa-bok, un taxista viudo que tiene a cargo su hija de 11 años y pasa penurias económicas. Una gran oportunidad aparece cuando el reportero alemán Jürgen Hinzpeter le ofrece una importante suma de dinero para que lo lleve desde la capital a un pueblo, donde un alzamiento popular en repudio a la dictadura de Chun Doo-hwan tomó el control

de la ciudad. Ese viaje le cambiará su mirada de las cosas.

El filme dirigido por Jang Hoon es protagonizado por Song Kangho, actor de la multipremiada “Parasite”. Vendió más de 12 millones de entradas y fue la producción candidata del país a los Oscar.

La grilla de cine continuará mañana a las 18, con la proyección del drama romántico “Lucky Chan-sil”; el sábado a la misma hora con “Move the grave”, largometraje debut de Jeong Seungoun; y cerrará el domingo, a las 17, con “Asesinato”, película de acción surcoreana que transcurre durante la ocupación de Corea por el Ejército japonés en 1933.