La Gaceta

Subsidios y vida desnuda

GABRIELA ABAD

Interrogarme a cerca de los efectos que las ayudas, auxilios, subsidios produce en los sujetos, me convoca a pensar que los psicoanalistas estudiamos aquellos procesos mediante los cuales se produce la subjetividad, o sea de qué manera una cultura afilia, palabra que remite a hacer hijo, a cada miembro. Cómo la vida se hace humana, se subjetiviza, el lugar en este proceso de las instituciones cómo la familia, la escuela, en síntesis, el Estado. Todos van insertando a un niño como miembro de una comunidad y se lo asujeta. Sujeto de derechos y obligaciones, queda inscripto en un espacio político. Pero resulta que como plantea el filósofo Giogio Agamben en las postrimerías del siglo XX, los Estados Modernos, supuestamente democráticos de Occidente, comenzaron un proceso de exclusión tan brutal que lograron convertir a importantes segmentos de la sociedad en “vida desnuda”, vidas sin derechos, vidas desechables, grandes segmentos poblacionales escindidos de aquello que entendemos como “vida humana”. Se transformaron en sectores que quedan por fuera de las leyes simbólicas, colocados en lugar de objeto o desubjetivados.

Ese potencial de violencia y crueldad incalculable, que se ejerce sobre estos grupos poblacionales sin derechos, los excluidos, se justifica desde una construcción de extranjeridad, que se va reactualizando conformes a los tiempos, “los negros”, en alguna época “los criollos”, “los vagos”, para derivar ahora en los planeros (persona que recibe un subsidio). Que el Estado otorgue subsidio a la industria, en Tucumán a los ingenios, por ejemplo, no despierta odio ni sospecha de corrupción alguna, o en todo caso, se hace la vista gorda. Que todos, ricos y pobres hayamos gozado de subsidios de energía, fue transparente a la vista de formadores de opinión. Nadie se preguntó cuánto costaba financiar las saunas o las piletas climatizadas de mansiones, pero sí el plan de aquella madre con cuatro niños sin recursos, eso daba odio, el plan de los extranjerizados, los enemigos, “los negros”. Esto es lo nodular que me suscita pensar cuando de subsidios hablamos, y por supuesto, creo que el Estado tiene el deber de auxiliar a sus hijos como una tarea inalienable, sin dejar de condenar lo tremendo y asesino que resulta cuando esto se usa cómo sucia maniobra electoral.

ECONOMIA Y FINANZAS

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2022-08-08T07:00:00.0000000Z

2022-08-08T07:00:00.0000000Z

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Diario La Gaceta